Reproductor de música

dissabte, 20 d’octubre del 2012

Buenos recuerdos, buenos momentos

Me acuerdo de cuando tocábamos Peer Gynt. Cuando yo empezaba a ser músico de verdad.
Y hoy cuando me he puesto a escuchar la obra, tras años, me he emocionado y todo. He empezado a cantar las notas en voz alta y a moverme mucho de la silla, haciendo como si yo fuese la directora, sabiendo cuando entra cada instrumentos y cada una de sus notas. En fin, ponía una cara de emocionada, que era para grabarlo, mi madre pensaba que estaba loca. Lo mejor es que he disfrutado tanto cuando he escuchado Peer Gynt... Quiero que volvamos a tocarla, quiero que la volvamos a tocar, Jesús, es una orden.
Porque todas esas colas de pikachu (silencios de negra), todas esas sin copas (síncopas), sombreros para arriba o normales (silencios de redonda y blanca), y todas esas so listas (solistas) sirven para algo. Todos ellos y ellas, hacen que la música unida sea perfecta, que personas como yo disfruten al oírlo. Porque yo no me canso de tocar mi violín, me pasaría el día enganchada si no fuera porque no tengo tiempo suficiente, y porque tengo que respetar el horario de descanso de mis vecinos.
Como dice mi hermano Raúl: eres una loca del violín. Pues bien, si nos describes así, a todos los que somos músicos, pues vale, yo seré una loca del violín, pero por lo menos disfruto más de la música y tengo mucha más cultura que tú. Que por lo menos estoy orgullosa de ser una "loca del violín" como tú dices.
Que desperdicias el tiempo de una mala manera, que esto no es una experiencia, que es una vida. Que son sueños por cumplir a cambio de sueños ya cumplidos. Que no es una tontería ni una locura, que es lo que siento, y tú te lo pierdes. Nos quieren quitar los derechos a estudiar esta gran carrera, para muchos la más importante, pero lucharemos. No nos entienden.
Los músicos somos desordenados, somos unos desastres con todo, perdemos partituras, deberes, lápices, gomas, sortijas, collares, pulseras... Vamos a clase de orquesta o de instrumento sin nuestro propio instrumento, se nos olvida. A veces, perdemos la orientación y acabamos preguntándonos en voz alta: ¿A dónde me dirigía yo? 
Somos unos miedicas, tenemos miedo de todo, pensamos que nos persiguen, que hay alguien en casa que nos quiere matar, que en el baño me resbalaré y no me podré levantar y después vendrá alguien y...
Los músicos somos especiales de la cabeza a los pies. Algunos nos llaman raros, bichos, de todo. 
Pero seguimos siendo músicos.

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